Hubo un tiempo en que soñamos con ser mejores que nosotros mismos, con erradicar la pobreza, el hambre, crear sociedades más igualitarias, más justas. Bajo un verdadero liderazgo. No lo hemos conseguido. Pero, ¿Hasta dónde hemos llegado?, ¿Qué propósitos tenemos?, ¿Qué proyectos buscamos? La tecnología nos ha distraído, y nos mantiene entretenidos, en cierto sentido controlados. ¿Con qué finalidad ?

Ahora la élite que nos vigila, y gobierna, actúa como persona ansiosa, codiciosa, insulsa, reacia a asumir riesgos, carente de coraje y de visión de futuro. Procastinando problemas hacia adelante, demuestran no ser mucho mejor que nosotros, aunque lo crean. El sistema fabrica en serie humanos uniformes, sin pensar en buscar mentes críticas, diferentes; lo que se ha manifestado en estos problemas. La meritocracia y la tecnocracia, confirma el problema que a pesar de perpetuarse a sí misma, también se ocupa exclusivamente de su propio beneficio. Lo observamos cada día en los puestos de responsabilidad, donde abusan de su posición en detrimento de aquellos a quienes se comprometen servir. Médicos empujando productos de las farmacéuticas, cuando hay otras soluciones más baratas. Políticos abandonando sus cargos para presionar en favor de sus intereses. Reguladores sobre puertas giratorias en empresas supervisadas por ellos. Ejecutivos traicionando a sus empresas, leales a sus propios beneficios. Bancos contra sus clientes. Auditores amañando las cuentas de las corporaciones. La clase dirigente ha dado la espalda al resto de personas, olvidando que su liderazgo implica responsabilidad.

Cuando comienza la autodestrucción

Tal y como ha ocurrido en otras ocasiones, les ha llegado el momento de iniciar su propia autodestrucción, el sistema ya no funciona. No funcionan sus instituciones, no funcionan sus cargos. Una nueva clase dirigente debería ocupar el lugar ocupado por estos otros sin autoridad ni legitimidad. Pero antes deberemos imaginar una sociedad diferente y de qué manera llegar a ella. Necesitamos enfrentarnos a un mundo fluido, inestable, lleno de peligros y oportunidades inmensas. Necesitamos otra forma de pensar, otros pensadores. Individuos equilibrados, con propósitos claros, no ideológicos. Que comprendan los problemas y los afronten, aunque duela. Personas humanas dependientes sólo de sí mismos.

La autodestrucción de la élite no debería ser un servicio, no debería ser una forma de buenismo, no debería ser una aparente ayuda a los demás, es quitarse de enmedio para no estorbar.