Hace unos años tuve la oportunidad de hablar con un ingeniero lleno de ideas e ilusión por llevarlas a buen fin. El problema principal desencadenante de su fatal error fue no haber previsto una dotación monetaria para la parte comercial.  Todos, en algún momento, tenemos una idea para un producto, servicio o aplicación, pero sólo un pequeño porcentaje de esas ideas llegan a buen fin. Aunque si consideramos la experiencia de fracasar como un aprendizaje, no todo se pierde. Las razones del fracaso son variadas y múltiples, entre las más comunes tenemos:

Carencia de planificación

Sumergirse en la puesta en marcha de una idea requiere de un tiempo para planificar e investigar todo lo relacionado con la idea. Desconocer la base de posibles clientes, y nivel de ventas, puede llevar directamente al fracaso.

Gestión financiera deficiente

Muchos emprendedores subestiman el dinero necesario para el lanzamiento del negocio, por lo que terminan sin fondos antes generar los ingresos suficientes para ser rentables. Debido a un presupuesto erróneo, gasto descontrolado, o falta de capital.

Falta de Liderazgo

Conocer a las personas con las que te asocias o inicias un proyecto resulta imprescindible, aquellos que son iniciadores no suelen ser grandes gestores. Y ambos son esenciales, aunque no se concentren en una misma persona.

Errores de Ejecución

La elaboración de estrategias puede ser tedioso pero elaborar un plan de ejecución resulta imprescindible. Ser ágil permitirá adaptarse a los cambios de la tecnología y al mercado.

No adaptarse a los cambios

La rapidez es una habilidad natural al inicio, más tarde si no se desarrollan infraestructuras esa agilidad resultará beneficiosa cuando aparezcan los primeros inconvenientes. Si la empresa no logra mantenerse a la vanguardia, y realiza los cambios necesarios, el negocio se verá afectado por tecnologías o prácticas obsoletas.

La dura verdad es que la mayoría de las startups fracasan por alguna o más de estas razones. Esto no supone dejar de intentarlo, sólo nos informa de la necesidad de una mejor formación, e identificación de los riesgos.

Si eres emprendedor debes investigar, crear un sólido plan con objetivos medibles, buscar la financiación adecuada, encontrar un gestor experimentado, identificar los canales de venta idóneos, centrarte en la ejecución y mantenerte a la vanguardia del mercado para darle a tu empresa las mayores posibilidades de alcanzar tu objetivo.