“Quienes puedan educarse y motivarse a sí mismos serán casi completamente libres de inventar su propio trabajo y percibirán todos los beneficios de su propia productividad… En la Sociedad de la Información, nadie que sea realmente capaz será postergado por opiniones ajenas mal formadas… El mérito, donde sea que surja, se premiará como nunca antes. En un ambiente donde la mayor fuente de riqueza estará en las ideas que tienes en tu cabeza en vez del capital físico por sí mismo, cualquiera que piense de manera clara será potencialmente rico… En el futuro, uno de los hitos por los que se medirá tu éxito financiero será no sólo cuantos ceros puedes agregar a tu valor neto, sino si puedes estructurar tus asuntos de manera de poder alcanzar una completa autonomía e independencia individual.” El individuo soberano, libro de Lord William Rees-Mogg y James Dale Davison 1997.
Las personas creativas no son tanto desarrolladoras de conocimiento como capaces de filtrar todo el conocimiento acumulado por sus propias experiencias. Su nivel de excelencia radica en su capacidad de entender todo lo que les rodea, aplicarlo hacia sus propios intereses, y ser capaces de crear un nuevo conocimiento. Es precisamente en ese momento cuando se comienza a emitir conocimiento lo que caracteriza a la persona excelente.
Persiguiendo la excelencia
Vivimos en una sociedad en busca de la excelencia, tal y como anotaron Tom Peters y Robert Waterman en la década de los 80. El hecho de recibir una buena formación ha dejado de ser una diferencia. Por lo tanto, la calidad de la formación no es un factor diferenciador. El mayor inconveniente radica en el exceso de unificación en los criterios de formación donde nos encontramos. pues todas las empresas actúan según pautas muy similares. Lo observamos en las empresas asesoras, disponiendo de los recursos humanos bien formados, ninguna ha podido desarrollar ni la web3, ni las criptomonedas. La uniformidad del conocimiento anula la excelencia. Si todos somos Graduados de Stanford University, no hay particularidad en nuestra formación. La diferencia la marca nuestra capacidad de entender el entorno desde un punto de vista novedoso y único.
Necesito ser mejor profesional desarrollando mi capacidad de analizar la información y mi conocimiento del entorno, en función de mi particularidad. Tener una formación excelente en una área concreta, y transversal, para disponer de liderazgo propio. El innovador es un guía que con la velocidad del conocimiento le permite extraer ideas de múltiples ámbitos para aplicarlas en otras áreas donde generar conocimiento cruzado.
Debemos reclamar y autoexigirnos un aprendizaje según nuestros más profundos intereses.