Existe una preocupación cada vez más extendida, entre emprendedores y autónomos, por conseguir personas para llevar adelante sus iniciativas. La ley de mínimos máximos puede dar una posible explicación. Cae al suelo una moneda de 5 céntimos, y nadie se agacha a recogerla. Si la moneda es de 10 o 20 céntimos, es probable que tampoco la recoja nadie. Otra cosa sucederá si la moneda es de 1 o 2 euros, pero seguro se recogerá un billete de 5 o 10 euros. Ese sería el mínimo máximo, el límite por encima del cual cualquier persona se siente movida a actuar.

Los mínimos máximos determinan la resistencia al cambio de las personas, y a su evolución. Cuanto más rica es una sociedad, más altos son sus mínimos y más difícil es moverse. Por debajo de un umbral mínimo no quiero un trabajo asalariado, y puedo adecuarme a las ayudas estatales condicionadas por mi situación familiar o de edad. Estos mínimos máximos varían entre sociedades o entre colectivos dentro de una misma sociedad. Autónomos e inmigrantes tienen mínimos máximos diferentes, esto determina la capacidad para avanzar, más o menos rápido, dentro de esa sociedad. Los inmigrantes parten desde más atrás, por lo que aprovechan las oportunidades. A diferencia de otras personas asentadas con menos necesidad de correr.

La búsqueda de nuevo talento es una necesidad

La infraestructura existente en el nuevo país brinda a los inmigrantes oportunidades que no se dan en su origen. El resultado a esperar de ellos es una nueva energía y potencialidad. Este podría ser un planteamiento básico donde el uso de mano de obra barata y abundante son el motor de la economía. Pero en un entorno tecnológico, no funciona de igual manera. Por un lado, porque el nivel educativo de los inmigrantes, en su mayor proporción, todavía no dispone de una formación básica suficiente para acceder a determinados puestos. Por otro, salarios poco adecuados al nivel de inflación.

Esto nos lleva a pensar en reducir esos mínimos máximos o perder la capacidad de desarrollarnos como sociedad. Es decir, deberíamos actuar ahora allí donde nadie parece estar dispuesto a moverse.