Dieciocho meses después del inicio de la crisis sanitaria, se inició de manera forzada un gran experimento. Ahora sabemos que el trabajo remoto o teletrabajo no es para todos. Muchos están deseando volver al trabajo habitual en contacto con los compañeros. Pero todo depende de los planes de la empresa y el papel jugado por cada trabajador dentro de la organización. Otros se encuentran cómodos y una vuelta supondría un mal cambio para su infraestructura familiar diaria.

Resulta difícil olvidarse de la flexibilidad laboral, de las charlas cara a cara, de la ansiedad, de tu puesto de trabajo, de la vida en la oficina. Nada es perfecto, ni la oficina ni el hogar. Pero la  mezcla entre los dos puede ser una apuesta ganadora a largo o medio plazo. Si de lo que se trata es de mejorar la productividad, vía beneficios, o lo que realmente se busca es disponer de mayor control de las personas.

 

El otoño aportará más información

El teletrabajo mostrará, en muchos casos, su cara más cruda a partir del otoño, obligando a las empresas a aclarar sus planes a corto plazo. El liderazgo de los empleadores y su relación con los empleados va a ser clave. Según la ONTSI el confinamiento multiplicó por tres el porcentaje de personas conectadas al teletrabajo habitualmente. Aunque ha ido reduciendo paulatinamente, considera que todavía existe una cantidad cercana al 1.850.000 personas trabajando a distancia. Estas cifras seguirán cayendo aunque hay dos grupos donde parece que se ha establecido el trabajo remoto.

El perfil mayoritario de personas trabajando desde su casa es una mujer de 35 a 44 años seguidas por las de 25 a 34 años, según apunta el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad de la Información.

Para hacer frente a esta disyuntiva se encuentra un espacio como Gracia Work Center Coworking Barcelona donde la armonía permite establecer una relación híbrida, facilitando la necesaria conciliación familiar.